No es fácil determinar por qué hay vacantes laborales en medicina familiar y comunitaria. La cuestión es compleja y multifactorial. Quizás el análisis deba partir del pensamiento sociológico, considerando que hoy (casi) todo el mundo quiere vivir en ciudades grandes y bien conectadas, escapando del mundo rural; Por otro lado, existe una creciente fascinación por la tecnología y la hiperespecialización; Por último, las nuevas generaciones creen que el entretenimiento y la conciliación familiar deben tener prioridad sobre el mundo laboral.
Los que tenemos experiencia en elegir un Plaza Mar sabemos que hay tres variables básicas que se deben combinar: la más importante, sin duda, la especialidad a elegir, pero también tener en cuenta el tipo y calidad del centro y el centro. La ciudad en la que se encuentra. Aunque parezca extraño, apenas se da importancia a las perspectivas laborales.
Cuando presenté mi solicitud, hace casi 40 años, no había vacantes. ¿Qué ha cambiado respecto a la situación actual? Lo más importante es sin duda la diferencia en el número de plazas ofertadas. Para que se den una idea, en la zona de Santiago, donde vivía, en esos años se formaban cuatro familiares al año, frente a los 40 de hoy. Esto nos obliga a hacernos una pregunta: La disponibilidad de trabajo como médico de familia puede saturarse o puede crecer Infinidad? La oferta de plazas de esta especialidad representa el 28% del total. Por poner un ejemplo ilustrativo: cuando se vendieron 23 plazas de cirugía torácica, en realidad se seleccionaron 201 plazas de medicina familiar. ¿Qué pasaría si el departamento de dermatología ofreciera aproximadamente 2.500 puestos de trabajo?
La escuela primaria está en crisis y el hospital también. Ahora bien, los análisis desastrosos, así como algunos políticos, directivos e incluso colegas profesionales, contribuyen, en mi opinión, a crear un clima de pesimismo que no favorece la mejora del sistema. La planificación saludable en el ámbito de los recursos humanos y la formación de sus profesionales no pasa sólo de números, sino también de las condiciones de trabajo y la calidad de la enseñanza.