Cuando me enviaron la última nota del Comité de Huelga de Abogados del Departamento de Justicia, en la que me indicaban que, después de una semana de negociación y discusión, se había puesto sobre la mesa una moción de acuerdo, confieso que respiré aliviado. , porque una semana más de huelga lo habría hecho insoportable para los abogados y letradas, que fueron, como en la huelga anterior, las auténticas víctimas. Quiero respetar a los abogados y su derecho a la huelga, y francamente admito que nunca entendí a quienes los censuraron porque la huelga se hizo para ganar más dinero. Como si los golpes fueran para perderla, pero en este artículo quiero mostrar la otra cara de la moneda, es decir, el daño que hemos sufrido todos estos años.
Si hubiera que usar una palabra para definir cómo nos encontramos los abogados, sería enfermizo. Además, las mayúsculas cansan, pues un grupo no ha podido ser tratado con más desprecio en todos estos años, y si no lo creen, el lector podrá juzgar por sí mismo. En 2018 desayunamos con una huelga de funcionarios que, en un principio, nos causó gran sorpresa, pues sin cuestionar el derecho de huelga de todos los trabajadores, sucedió que unos años antes se hizo un recurso y se nos negó de oficio En nuestra reunión de colegio se acordó la suspensión del servicio, sobre la base de que prevalece el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva. Como si esto fuera poco, la huelga se prolongó durante mucho tiempo y perjudicó mucho la economía de todos los abogados.
Y detrás vino una epidemia que no fue culpa de nadie, pero que no impidió que nos causara una enorme pérdida, porque también terminó con una ofensa inaceptable contra los abogados: el anuncio de gran parte de agosto de 2020 de trabajar por mucho tiempo. tiempo. También vemos como la cancha tenía su ritmo natural de vacaciones. Por eso todos, y no sólo los abogados, nos preguntamos qué sentido podía tener esta medida, y llegamos a la conclusión de que una medida que nos impusieron no habrían tenido el valor de imponerla a sus trabajadores.
Y cerramos el círculo con lo que uno de los miembros de la Junta Directiva calificó como las siete calamidades de Egipto, este golpe que se ha prolongado de manera inaceptable y con desprecio para todos nosotros. Es conocido y notorio que el Ministerio de Hacienda, que finalmente es el que lleva la delantera, tardó mucho en entrar a formar parte de las negociaciones, y una vez dentro, se llegó a un acuerdo. Concluyo esta historia aclarando un punto: los abogados no se podían haber sentido peor tratados, y estamos seguros de que nadie se preocupa por nosotros, porque si se hubiera tenido en cuenta nuestra situación, esto se habría resuelto mucho antes.