Basterra pasa desapercibido, trabaja en la biblioteca y no socializa con nadie
18 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.
Alfonso Basterra cumpli en marzo del 2018 una cuarta parte de los 18 aos de condena por matar a su hija, Asunta, junto a su exmujer y madre de la nia, Rosario Porto. Basterra es preso de segundo grado en la prisin de Teixeiro desde entonces y tiene derecho a pedir permisos de fin de semana. Pero en estos cinco aos, por algn motivo, Basterra ha descartado hacerlo. Quiz porque intuye que la junta de tratamiento de su crcel no los conceder. Existen tres motivos principales: la gravedad del delito cometido, no haber reconocido nunca su culpabilidad y la alarma social que generara, explican en el Ministerio del Interior, del que depende Instituciones Penitenciarias.
A Basterra le restan ocho aos de condena, y su salto al tercer grado penitenciario —ms flexible—, debera estar prximo. Pero ese cambio de categora depende de la misma junta de tratamiento, que tiene que proponerlo. l puede solicitarlo, pero no es lo comn y resulta muy difcil la concesin si previamente la misma junta de tratamiento no lo aprob por propia iniciativa y con el consentimiento de Instituciones Penitencias en Madrid, que es el protocolo habitual. Adems, el tercer grado no se concede hasta que el preso disfruta de los primeros permisos de fin de semana siendo todava de segundo grado.
Alfonso Basterra ve pasar los das a caballo entre el mdulo de respeto donde reside y la biblioteca de Teixeiro. Se levanta por la maana, ordena la celda y hace la cama, desayuna y empieza la jornada entre libros. No tiene relacin de confianza con nadie. En parte por ese elevado concepto que tiene de l mismo. Se considera intelectualmente muy superior al resto de internos y funcionarios, explican trabajadores del penal corus. El padre de Asunta tampoco recibe visitas y apenas le llega correspondencia. Pasa desapercibido, le cuesta expresar sentimientos, aaden quienes le ven deambular por el mdulo.
Al final de la maana, deja la biblioteca para desplazarse al comedor. Tras la comida, descansa en la celda y regresa a la biblioteca. No pocos das se desplaza a otros edificios del complejo penitenciario de Teixeiro para recoger libros en mdulos o celdas. Eso le da contacto con ms presos, pero ni as acaba de empatizar con nadie. No quiere, no le hace falta, se entiende que est mejor sin relaciones de confianza, a su aire. Tampoco en la biblioteca, por donde pasan otros internos, empatiza. Va a lo suyo, explican los mismos funcionarios.
Al acabar la tarde, regresa a su mdulo. Los presos que le acompaan tampoco son conflictivos. El ambiente es correcto, diferente a otros mdulos ms complejos por los delincuentes que los habitan. Pero ni as; Basterra se limita a cenar, luego se refugia en su celda y duerme para seguir restando a sus 18 aos de pena.