Todavía no se han podido extraer datos del tacógrafo, que resultó muy dañado por el impacto del accidente y el contacto con el agua

21 de marzo de 2023 . Actualizado a las 05:00 AM.

A falta del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (ERAT) de la Guardia Civil de Madrid para realizar el informe final sobre el accidente del autobús que cayó al río Lérez en Nochebuena, uno de los informes elaborados por los investigadores constató que el conductor declaró que circulaba a una velocidad inferior a la que se limitaba a este tramo de la N-541 y ese autobús no Esquí acuático Cuando se enfrenta a una bolsa de agua. Esta premisa es una que ya se llevó en su día desde el entorno del conductor y que La Voz recogió en su edición del 22 de enero.

El autobús cayó al río desde el puente Bidri en Serdido-Kutupad y siete pasajeros murieron en el accidente. El conductor, Carlos Munzen, afirmaba que en el momento del accidente circulaba a unos 70 kilómetros por hora, 10 kilómetros por debajo del límite de este tramo. Al tomar una curva cerca del cruce de Serapio, se encontraba con la bolsa de agua y cuando la cruzaba se suponía que las ruedas traseras estaban bloqueadas, mientras que las luces de falla en el tablero del autocar estaban encendidas.

¡Yo no lo controlo! ¡No puedo controlarlo! La conductora entonces gritó, según dio a conocer la otra sobreviviente del accidente, María del Rosario González Rocha, mientras se recuperaba de su lesión en el hospital. Al perder el control, se sospecha que el bus se deslizó hacia la margen izquierda, invadió el carril contrario de circulación e inmediatamente retomó hacia el lado derecho, momento en el que chocó contra la barandilla y guardarraíl del Puente Pedre. Estas protecciones fueron insuficientes para detener una masa de 18-20 toneladas que acabó cayendo al río desde una altura de unos 29 metros.


Testimonios – Recomendaciones

Durante los días posteriores al accidente, la Guardia Civil recogió otros testimonios, entre personal de los servicios de emergencia y usuarios de esta carretera nacional. Sin embargo, las fuentes consultadas reconocieron que estas declaraciones no aportaban ningún indicio sobre las circunstancias concretas que provocaron el accidente, ya que no hay testigos presenciales de lo ocurrido salvo el conductor y el único pasajero superviviente.

Por ello, gran parte de la investigación se basó en las pruebas físicas recabadas, tanto en el autobús siniestrado como en el puente y sus alrededores. Según se informó en su día, se iba a realizar un análisis de adherencia asfáltica en el tramo donde se produjo el accidente. Además, se realizaron pruebas de frenado en condiciones meteorológicas similares a las registradas en el momento del accidente y se iba a realizar un estudio 3D del puente.


Paralelamente, el equipo de reconstrucción analizó los restos del autobús. La intención era utilizar un programa informático especializado para investigar los accidentes comparando las fotos del caso del autobús destrozado con fotos de un vehículo similar.

En lo que coinciden todas las fuentes consultadas es en que la prueba más elocuente serán los datos registrados por el tacógrafo del autobús que cubre la línea Lugo-Vigo.


Sin embargo, unos tres meses después del accidente (ocurrido el 24 de diciembre), la fiscalía de Pontevedra no tenía constancia de que se hubieran podido obtener los registros del aparato. El impacto del accidente y el contacto con el agua dificultan la recuperación de los datos.